9.2.09

Disertación sobre la ludopatía

Voy a presentar una teoría. Bueno, primero voy a hablar un poco de mi. Desde pequeño siempre me han gustado los retos por los riesgos que conllevan, y también, por qué no decirlo, el azar. La Gran Suerte divina que decide que salgas y te atraquen con punta de navaja, o que caiga en el examen los únicos temas que has estudiado o si no te parece que han cambiado el temario de la asignatura sin decírtelo, la que decide que el viaje a París para dos personas te lo has llevado tú en un sorteo, la que decide si hoy, por fin, ese espermatozoide fecundará el óvulo, u otra vez no, inténtalo de nuevo quizás mañana...

A la gente le gusta la suerte, sólo hay que darse un paseo y comprobar el número de administraciones de lotería o vendedores de la ONCE... A la gente le gusta el azar y el riesgo que conlleva. El regustillo que te deja en la boca y te hace saborear esos cientos de euros que has ganado por jugar con los números de la fecha de tu nacimiento en la primitiva. Ese regustillo momentáneo que sólo te deja ver lo que has ganado hoy y no lo que perdiste ayer... Otra droga más. Ludopatía, le dicen.

Porque una persona que siempre juega a las loterías y gasta más dinero del que ingresa está enferma, necesita ese regustillo en su organismo y juega cada vez más. Ludopatía. También esa gente que vemos frecuentemente en el bar, dándole monedas de cobre a una preciosa máquina cuyas luces no dejan nunca de deslumbrarnos y llamar nuestra atención... No nos confundamos, también es ludopatía. Ah! Y acordaros de Hacienda, que siempre estará ahí para coger parte de nuestros beneficios.

También hay gente que va a los casinos y se fija en la ruleta. Dinero fácil, una bola decide tu suerte. El etéreo azar que te da la fortuna. La gente gana dinero en la ruleta, pero también la pierde. Normalmente, son más los que pierden que los que ganan (no olvidar a nuestro amigo el casino, que no pierde nunca...). Pero la gente va al casino, y juega, porque les gusta el azar, están enganchados a ese amargo sabor de la victoria. Y este juego, curiosamente, también está gravado con impuestos...

El póquer, ese gran juego de naipes que mueve tanto dinero y atrae a tantas masas... Nuestras madres se ponen nerviosas si les decimos que nos vamos a jugar al póquer... “Por Dios! Mi hijo es un ludópata!!”... El gran Texas Hold'em, donde dos cartas pueden hacer que multipliques tus ganancias en cuestión de minutos... o la dividas, claro está.

Porque está claro, siempre, siempre, para que una persona gane, alguien ha tenido que perder. Si nadie perdiera, no existiría ese verbo. De hecho, igual tampoco existiría ganar, porque ¿para qué, si no existe ninguna acción contraria? No hace falta especificarlo porque, claro está, se asume.

En mi (corta, por ahora) vida he pasado por muchas cosas. He jugado durante una larga temporada a la lotería de forma semanal una cantidad mínima (ni la décima parte de lo que te puedes dejar saliendo a cenar el fin de semana). Y sí, ganaba pero también perdía... de hecho, no eran ni por asomo porcentajes parecidos... Pero bueno, simplemente jugaba por jugar, a ver si salían mis números y me retiraba ya!

Las máquinas tragaperras, ves, tampoco me han llamado la atención nunca... mucha lucecita y muchas tonterías, pero al fin y al cabo, a mi modo de ver, una forma estúpida y nada aliciente para perder tu dinero.

En el casino, por ejemplo, he pasado largas temporadas. Sí, sí, como lo oyes. Durante unos meses no hace mucho estuve yendo al casino varios días a lo largo de la semana. Me interesé a raíz de un viaje por la costa donde pudimos sacar dinero. La ruleta americana, dinero fácil, ¿sí?. Y claro, “el dinero llama al dinero”, ¿no? O eso dicen...Te documentas, lees historias como la de la familia Pelayo, etc. y ves todo lo que hay detrás. “Un modo de vencer al sistema” piensas, y empiezas a ir. Apuntas números y juegas. Ganas. Pierdes. Pierdes, uy casi!. Vuelves a ganar, apuntas más números.... Y así... En este juego también sueles perder más que ganar. De hecho, una vez leí una frase que me gustó mucho, no recuerdo dónde... “La mejor forma de ganar a la ruleta es no entrar en el casino”. Y tiene razón. Ludopatía, al fin y al cabo.

Pero bueno, sigamos con la historia... desde hace un tiempo, mi grupo de amigos y yo hemos conocido un maravillo juego de naipes con el que pasarnos inmersos horas jugándonos esos diez euros guarros que nos gastamos en un cubata cualquier fin de semana... Repartiendo cartas y, por ende, repartiendo suerte a nuestros amigos. Las cartas de la victoria, la mano más fuerte de la mesa. Ese dinero fluctuando de jugador en jugador, donde tus castillos de fichas se escurren cual arena del desierto en la mano abierta... Maravilloso, estoy ansioso de volver a jugar.

Me gusta el sabor amargo de la victoria, aunque sea momentánea. El poder que da el dinero, la importancia. Poder arriesgar más que los demás para poder volver a ganar más... Por tanto, le comentas a tu gente que juegas a la lotería, pero no pasa nada, es una cosa normal, está asumido por la sociedad, hay administraciones de lotería en cualquier sitio, lo echan por la tele y juega todo el mundo. Sin embargo, el tema de las tragaperras es más delicado. La gente ya no piensa lo mismo de ti, empiezan a pensar que algo raro paso. El casino, ¡madre mía! “Al casino sólo va la gente rica que no le importa el dinero y los enfermos ludópatas... y a este no le sobra el dinero, así que...” piensa la gente. ¿Y el póquer? Otro juego para enfermos, donde te puedes pasar horas mirando la pantalla del ordenador para llevarte dinero (un dinero que sacando el cálculo de euros por hora descubres que es más rentable trabajar que jugar al póquer...). También es un juego para enfermos, pero estos enfermos son distintos, ya que el póquer siempre se ha visto socialmente como una cosa más de señores, donde juegan los grandes magnates con una copa de whisky y un buen habano... ¿O nunca habéis estado en una partida de póquer donde alguien haya fumado el puro de la victoria? Ahora, como digo, socialmente está tan aceptado que no se ve tan mal. Además, también sale en la tele, así que malo no será...

Actualmente, ahora me estoy moviendo junto con un amigo en unos terrenos que tenía ganas de explorar desde hace algún tiempo: la Bolsa. Eso que oyes todos los días en las noticias de la tele, en la radio, donde te cuentan que ha vuelto a subir el petróleo, o que una empresa se ha declarado en quiebra y sus acciones han perdido todo el valor, o que ha vuelto a subir el Euribor... Economía, una gran ciencia. Este, entonces, es un juego de señores, de verdaderos señores. Juegan gente poderosa, que mueve millones de millones y se visten con traje y van con el último Mercedes a trabajar (si trabajan). La gente no te mira como un ludópata de las tragaperras o del casino si les dices que inviertes en bolsa. “Este tío sabe, eso es para gente lista”... “Joder, este tío sabe invertir su dinero...”. Pero analicemos la bolsa desde dentro...

La Bolsa no son sólo las acciones, es mucho más grande. Se puede invertir también en futuros, derivados, warrants y demás términos raros económicos que sólo los alumnos más aventajados de cada clase logran alguna vez conocer. En fin, tú inviertes tu dinero sobre “algo” (un cartón de bingo, parecido) pensando que va a subir. Pero curioso, oh curiosidades de la vida, también puedes invertir pensando que va a bajar. Entonces, ¿qué pasa?

Pues que esto no deja de ser un gran juego, donde unas veces tú pierdes y otro gana, y otras veces al revés. Como una partida de póquer, el dinero fluctúa de una mano a otra, de un inversor a otro. Siempre igual: una persona apuesta a que algo baja, y gana, porque otra persona había apostado que iba a subir. Al revés lo mismo, la persona que apuesta que baja pierde porque gana el que apostó que iba a subir. Me gustaría ahora destacar una frase que últimamente me ha dicho un amigo, al cuál le he comentado ciertas cosas de la Bolsa: "En la Bolsa, el pequeño inversor es el que acaba perdiendo, mientras que los grandes y potentes son los que siempre acaban ganando tu dinero". Tampoco hemos de olvidar que, además de nosotros, siempre gana la Bolsa (mediante los famosos corretajes), y por descontado el señor Hacienda. Mira, como en el casino... Es curioso, a mi Hacienda me recuerda a ese jefe hipócrita que, cuando el trabajo sale bien y te felicitan, se apunta la medalla diciendo que él también es parte del proceso, pero eso sí, como el trabajo haya salido mal y tengan que rodar cabezas... la del jefe seguro que no cae porque él estaba totalmente desvinculado de tu trabajo, por supuesto! Hacienda, un socio de mala calaña.

En definitiva, la Bolsa es como el resto de los juegos y puede provocar una ludopatía. Hay una frase que leí en un foro de Bolsa que visito ahora de forma frecuente que me gustó mucho que define muy bien este mundo de la Bolsa: “Deja siempre que el último euro y el primer euro se lo lleven otro”. Pero eso sí, la gente que juega a la bolsa y pierde millones son gente rica, con traje y sin crisis, no importa. Por lo tanto, como juego a la Bolsa y no voy a los casinos ni a las tragaperras seré una persona bien vista en la sociedad y no me tacharán de enfermo por ludópata.

Bienvenidos a la mesa con jugadores de póquer más grande que he conocido nunca. Así que yo ya tengo mis cartas, con que Dios reparta suerte, y justicia.

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